Nuestro
problema es Identidad o Educación…
POR:
Hugo Gacha.
“Nadie educa a
nadie,
Nadie se educa solo,
Nos educamos en comunidad.”
Paulo Freire.
Al hacer un ejercicio reflexivo frente a
nuestra realidad sociocultural es posible visualizar que nuestro problema quizá radica en la falta
de identidad, porque cada vez estamos
más lejos de saber que somos, estamos
lejos de pensar que es lo que nos caracteriza como colombianos.
Por un lado le restamos importancia a palabras como el respeto, la
honestidad, la honorabilidad, la confianza, la credibilidad; entre otros
valores humanos que se han sosegado a ser solo principios que se encuentran en
nuestro entorno, haciendo caso omiso a lo que estos representan para nuestra
formación.
De igual forma hemos permitido que se
nos reconozca por ser astutos o tener “malicia indígena “somos compatriotas
de los mejores falsificadores del mundo,
de los narcotraficantes más ricos del mundo, de los políticos que más se
enriquecen con el dinero del estado en el mundo, de los ladrones de cuello blanco
más descarados del mundo, etc. Esto es tal vez porque no hemos aprendido a ser
una comunidad, un solo país, un solo grupo heterogéneo de personas que
habitamos el territorio llamado Colombia;
somos regionalistas por naturaleza y hasta en los realities nos lo
recuerdan, somos tan diferentes los del atlántico, como los del pacifico, los
del altiplano, los del amazonas, los de suba los de ciudad Bolívar; somos tan
diferentes y ambiciosos que nuestro escudo nacional no debería tener el gran
cóndor de los Andes, sino que debería estar una bestia voraz con la boca abierta lista a
devorar con lo que encuentre.
Este problema de identidad, de falta de
pluralidad en las ideas, de ausencia de principios de la racionalidad Kantiana,(“pensar
por sí mismo, pensar en el lugar del otro, ser consecuente y hacerlo de manera pública”)
denotan su origen en nuestra educación,
pues no se nos ha educado para la formación dialógica, dialéctica y polifónica de ideas, de los conocimientos y de la
interpretación de la realidad; es decir no se nos ha educado en el
enriquecimiento de la experiencia, de la convivencia, del trabajo en comunidad
como medio de aprendizaje, le hemos guardado respeto a confrontar las ideas, al
construir el conocimiento, le tememos al conflicto (ojo al de las ideas), lo hemos mal interpretado pensamos que es
guerra cuando en realidad es un momento fecundo de la existencia, “una vida sin
conflictos es precisamente una vida no creadora, infecunda”(Zuleta E. 1986). Jorge
Larrosa profesor de filosofía de la educación en Barcelona, lo llama “una vida
desvitalizada”.
Haciendo referencia al conflicto Jiddu Krishnamurti (1895 - 1986) Hindú, conocido escritor y orador en materia
filosófica y espiritual. Afirma que: “No
hay punto al que no toque el conflicto, no hay área alguna que no haya sido
campo de batalla, al igual que en todas nuestras relaciones ya sea con la
persona más íntima, con el prójimo, con la sociedad, existe el conflicto”
(Krishnamurti. 1967) este filósofo describe al conflicto como un estado de
contradicción, división, separación, dualidad, que hace que este sea un espacio
para el debate de las ideas, la construcción del conocimiento y el enriquecimiento de las relaciones entre
semejantes.
Si nos detenemos a ver la forma en la
que nuestro “sistema educativo” nos ofrece la educación podríamos decir que se
restringe a enseñar lo necesario,
limitando las capacidades de los estudiantes, haciendo que solo se conduzcan
por el ahora. Sin importar las consecuencias de sus decisiones, se ha llegado
al extremo de pensar y malinterpretar el concepto de la competencia, que de
antemano nos lleva a una visión y un encasillamiento en la tarea de ser
competente para alguna cosa, de tener que cumplir ciertos estándares para poder
acceder a nuestros derechos como ciudadanos, de ver la competencia como un
concurso donde debe ganar el más fuerte o el que tenga más “malicia indígena”.
Podríamos decir que nuestra educación está limitando la adquisición y
construcción de habilidades en nuestros estudiantes porque cuando uno llega al colegio le aplican
una serie de lógicas que no corresponden al interés personal, es decir que la
educación va por un lado mientras el interés de estudiante va por otro
totalmente contrario, en este aspecto hace falta la idea que nos expone Daniel
Prieto Castillo (filósofo y licenciado,
argentino. 1942) acerca de la humanización
en el aprendizaje, la construcción de un
discurso pedagógico que este orientado a promover el aprendizaje y la
concepción de una relación pedagógica entre estudiante y docente (Prieto
Castillo. 1993), una educación que este enfocada a una enseñanza con igualdad
pero basada en la equidad del desarrollo de las habilidades académicas y
sociales.
La liberación de la educación del estado de sitio que la
mantiene atada al “sistema” está en
manos de nosotros los docentes y los que por vocación o convicción intervienen
en el proceso de formación de estudiantes, ya sean niños, jóvenes o adultos; pues somos nosotros los que hacemos de nuestra
aula de clase o espacio de aprendizaje, un juego de espacio, tiempo, movimiento,
voces y conciencias. Es el lugar del encuentro o el desencuentro, del
comprender o el condenar, quizás también es el lugar para la provocación a
escapar o encontrar sentido a la vida.
Volviendo a la falta de identidad que
fue la idea con la que se iniciamos,
asumimos que, la base de la educación
colombiana está centrada en la revolución francesa, con los ideales de igualdad,
libertad y fraternidad. Entonces surge
la pregunta ¿Es necesario ser la copia de otras civilizaciones, no es posible
crear nuestra propia civilización, tenemos que vivir siempre a la sombra de
otros? si lo viéramos con un ejemplo cotidiano seria como organizar nuestra casa como la del
vecino, sin identidad cultural. Sin reconocer que y quiénes somos, de dónde
venimos. Ahora como no sabemos quiénes somos,
somos intolerantes, nos gusta hablar de lo que nos separa, de lo que nos
diferencia, y no de lo que nos une, por ello no podemos llegar a acuerdos ni
siquiera darnos la razón y caemos en discusiones interminables que se
convierten en irreconciliables, pues vivimos en un ambiente o una época de
guerra civil, donde nos enfrentamos todos contra todos por ideas que nos
distancian, por ideas que nos
diferencian, que nos señalan, y olvidamos
las identidades u ideas que nos
unen en la esencia y nos identifican en el ser.
La educación está prohibida, pues muy poco de lo que pasa en la escuela es
importante, la educación es vista por el estado como un ente económico, que
solo se expresa en cifras y
estadísticas, concibiendo las instituciones educativas como entidades con ánimo
de lucro; dejando de lado la eficacia que debe garantizar el estado frente a la
educación. Por ello la invitación es a usted docente que lee este ensayo a
usted que se dedica a la enseñanza, este ensayo está dedicado al docente – profesor, no al
catedrático, está dedicado a los profesores, licenciados y no licenciados que
tienen la vocación de enseñar; el primer granito de arena que ayudara al cambio
de la sociedad está en nuestras manos, pues nosotros somos los mediadores entre
el conocimiento y la experiencia,
Nosotros como maestros posibilitamos,
promovemos y permitimos hacer de nuestro metro cuadrado un espacio que de paso
a la investigación, a la promoción, a la discusión, a la construcción y
trasformación de vidas, no podemos desconocer que como docentes somos lenguaje
y nos movemos en él, este nos da la posibilidad de saber que existimos para nosotros y para los otros
(Octavio Paz) por ello nuestra principal arma es el discurso, la palabra, y es
con ella con la que debemos movilizar al estudiante a que haga una concepción
crítica e interpretativa de su entorno, pues los protagonistas del conocimiento
son las personas y no los conceptos, los docentes debemos dar las herramientas
para que los estudiantes aprendan a aprender.
De igual forma el trabajo en equipo
entre estudiantes y docentes garantiza el buen empleo de estas herramientas,
porque los salones de clase son más que habitaciones llenas de pupitres, porque
la escuela no debe ser un guardería enorme, no debe ser vista como un espacio
catedrático, la escuela es un espacio de escucha, de dialogo, de encuentro. Erich
Fromm (1900 - 1980) destacado psicoanalista, psicólogo
social
y filósofo humanista de origen judeoalemán. Profundiza en los elementos que hacen que una
persona se sienta atraída hacia otra y el propone la teoría de la vitalidad,
diciendo que los seres humanos nos sentimos atraídos hacia todo aquello que
manifieste vida, fuerza y alegría. Es así como nuestra labor docente debe ser,
es necesario que transformemos nuestro espacio, lo llenemos de vida, lo hagamos
sentir fuerte, alegre, sentido, y consentido.
La educación
de la que les hablo, debe ser siempre reflexiva, inconforme, trasversal,
movilizadora, subjetiva etc. Pero lo más importante debe hacerse con
amor.
Esta es una educación enriquecida desde
la experiencia, dejando de vivir una vida desvitalizada; buscando construir
identidades que hagan de lo que saben lo que son, buscando la construcción de
un discurso dialógico, aceptando al otro, reconociendo sus ideas, haciendo
vital el encuentro con el “conflicto” … tal vez sea eso lo que debe buscar la
educación integral.
Una
vez nuestra sociedad determine cuál es la verdadera finalidad de la educación
podremos comenzar a dirigirnos en nuestras acciones, pensamientos y reflexiones
hacia ese horizonte.